No podré entender jamás porque el Ecofin se reúne con carácter extraordinario, premeditación y alevosía para resolver lo obvio. ¿Era necesario aumentar el clima de inestabilidad?. Nadie, a estas alturas, cuestiona que Irlanda se encuentra en la cuerda floja pero, incluso, el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, no ha podido decirlo más claro en su artículo de El País al referirse a la crisis con un titular tan elocuente como, tristemente, cierto "Comerse a los irlandeses".
Sin embargo, la agenda-setting pudo más en una tarde de domingo con comicios catalanes que nos hizo sufrir con el coqueteo de la ultraderecha xenófoba salpicada del tsunami Wikileaks. La avalancha informativa se ha convertido en una inmensa bola de nieve que, al parecer, arrasará todo lo que se cruce en su camino. La sobredosis de datos en una misma entrega provoca un dispersión porque no es fácil asimilar el alcance y evaluar la importancia de cada documento en su justa medida y con elementos que permitan efectuar un análisis de la ingente cantidad de datos que ha llegado, de repente, a nuestras manos.
La primera reflexión tras ojear la información es preguntarme porque el 'garganta profunda' que ha decidido filtrar los documentos secretos ha elegido este momento de la historia en el que el sistema financiero mundial aparenta un derrumbe que ahoga a la clase trabajadora de todo mundo y la obliga a pagar los platos rotos de un sistema financiero corrupto. ¿Se trata de hundir al Gobierno made in Usa? ¿a Obama?.
En cualquier caso, en nombre de la libertad de expresión y de la transparencia informativa la prensa no ha tardado en publicar a los cuatro vientos el que será el mayor escándalo de principios del siglo XXI. Y, ¿ahora qué?. Muchos podremos confirmar con datos aquello que durante años hemos sospechado pero que no podíamos demostrar. ¿Quién va a obtener beneficios de este alboroto global? El tiempo lo dirá mientras leeremos con avidez los papeles que un día fueron vetados y herméticos.