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jueves, 30 de junio de 2011

Grecia llora sangre

"Un policía reduce a un manifestante en Atenas" este es el texto del pie de foto de una imagen publicada en la edición digital de El País del 29 del 06 de 2011. Las palabras duelen más que la fotografía en la que un agente de las fuerzas del orden - un oxímoron en toda regla- porra en mano, casco reforzado con visera y máscara antigás sujeta a un hombre con la cara ensangrentada y la mirada perdida en la utopía de recuperar la dignidad mientras su rosotro reproduce el estupor que provoca la impotencia de luchar contra la injusticia.

Esta escena es un icono que resume el sufrimiento de la socieadad frente a un sistema que mientras agoniza, en el intento de sobrevivir, ahoga la posibilidad de recuperación y el futuro de las próximas generaciones no merecedoras de los errores de los artifices de la crisis financiera internacional.

Me asombra el uso del verbo "reducir" en un contexto tan insólito en el que la persona a abatir es la víctima y el guardia, supuestamente defensor de los derechos de los ciudadanos, el verdugo que oprime al manifestante. Hiere la imagen y hiere el texto que se acerca al editorial por su contenido obsceno. Según la versión on-line de la RAE uno de los significados de reducir es "sujetar a la obediencia a quines se habían separado de ella" pero también equivale a "dividir un cuerpo en partes menudas". Es quizá, la idea de segregar y dispersar el objetivo de la mano invisible que teje los hilos del sistema a favor del poder fáctico.

Las lágrimas griegas son también las nuestras y la de todos aquellos que quieren vivir en un mundo mejor, libre, justo y solidario. Federico Mayor Zaragoza en su libro Delito de Silencio apela a la responsabilidad para "no admitir lo inadmisible" a "elevar la voz y tender la mano". Esa es una de las sendas para empezar a cambair el presente porque, según Mayor Zaragoza, "ha llegado, por fin, el momento de los pueblos". Espero, deseo y confío que así sea.