El viejo oficio de contar noticias se tambalea. Hay una gran preocupación por la muerte de los periódicos pero pocos son los que se preocupan por la muerte del periodismo. Hoy hay más cadenas de televisión, más portales de Internet y decenas de miles de blogs pero estamos peor informados porque la cantidad no significa calidad. Los contenidos se han multiplicado al tiempo que se han empobrecido. La mayor parte ni aportan nada ni son fiables.
Antes las empresas informativas servían información jerarquizada por periodistas serios y bien pagados que ahora se van sustituyendo por meros gestores de contenidos que no interpretan ni jerarquizan los contenidos por importancia o interés sino que se limitan a obtener más clics. Es evidente que nos hallamos en un momento crucial de cambio. El proceso de concentración de medios en pocas manos resta pluralidad y, por tanto, debilita la opinión pública.
Antes las empresas informativas servían información jerarquizada por periodistas serios y bien pagados que ahora se van sustituyendo por meros gestores de contenidos que no interpretan ni jerarquizan los contenidos por importancia o interés sino que se limitan a obtener más clics. Es evidente que nos hallamos en un momento crucial de cambio. El proceso de concentración de medios en pocas manos resta pluralidad y, por tanto, debilita la opinión pública.