El impacto mediático de las lágrimas de los lamas al grito de "El Tíbet no es libre" ha desmontado de un plumazo la estrategia del gobierno chino por aparentar "normalidad" en Lasha.
No habrá un punto de retorno tras la violenta represión contra los monjes que participaron en la marcha pacifista para conmemorar el 49 aniversario de la revuelta del Tíbet contra China.
Y, sin embargo, las autoridades intentan burdamente maquillar la realidad organizando un tour para periodistas en la zona. Es difícil de digerir que el mismo gobierno que fue capaz de amparar la brutal actuación de las fuerzas de seguridad contra los religiosos budistas, al tiempo, perfile los últimos detalles del más alto y digno evento deportivo del mundo.
Tal vez su concepto de espíritu olímpico quede almacenado en un compartimento estanco mientras el resto de la estructura de poder no escatima esfuerzos para orquestar políticas destinadas a anular las libertades públicas.
Sin ningún rubor el gobierno chino sigue bloqueando el acceso a los contenidos de Internet para controlar la información dentro de la República Popular y, además, intenta lavar su imagen frente a una comunidad internacional que observa el patético espectáculo con críticas y censuras pero sin llegar a levantar ampollas que auguren un boicot a los Juegos Olímpicos de Pekín.
No habrá un punto de retorno tras la violenta represión contra los monjes que participaron en la marcha pacifista para conmemorar el 49 aniversario de la revuelta del Tíbet contra China.
Y, sin embargo, las autoridades intentan burdamente maquillar la realidad organizando un tour para periodistas en la zona. Es difícil de digerir que el mismo gobierno que fue capaz de amparar la brutal actuación de las fuerzas de seguridad contra los religiosos budistas, al tiempo, perfile los últimos detalles del más alto y digno evento deportivo del mundo.
Tal vez su concepto de espíritu olímpico quede almacenado en un compartimento estanco mientras el resto de la estructura de poder no escatima esfuerzos para orquestar políticas destinadas a anular las libertades públicas.
Sin ningún rubor el gobierno chino sigue bloqueando el acceso a los contenidos de Internet para controlar la información dentro de la República Popular y, además, intenta lavar su imagen frente a una comunidad internacional que observa el patético espectáculo con críticas y censuras pero sin llegar a levantar ampollas que auguren un boicot a los Juegos Olímpicos de Pekín.