Palin, de nuevo, a escena

Mientras en casa huimos del 'fantasma griego', al otro lado del charco, Palin amenaza con volver a escena -, a su juicio, - con "otra revolución" teñida de verborrea bélica, rancia, obtusa, estrecha y, naturalmente, conservadora como el movimiento Tea Party que supera a la derecha desde el abismo más hondo y proundo del planeta Tierra.

Restaurar su mala imagen es más difícil que superar los contratiempos del agente 007 en Misión Imposible I, II y III. Sólo pensar en un flash-back a sus momentos estelares como candidata a vicepresidenta de los Estados Unidos me hunde en el delirio más aterrador; de hecho, aún no he podido superar aquel audio en el que, ella, creía estar hablando con Sarkozy.

Su trayectoría política es, como su discurso, llena de altibajos, difusa y, sobre todo, dispersa. Llegó, desde los cielos, como la tabla de salvación de McCain para bajar a los infiernos a una velocidad vertiginosa. Ahora, vuelve, tras el ascenso y caída, después de intentar recuperar a glope editoral su maltrecha imagen con Going Rouge.

La semana en la que Zapatero oró con Obama se levantó el telón para la incombustible Palin que va a necesitar ayuda divina, humana y sobrenatural para mantener el tipo.