Esta imagen la ví en el blog de Marcelino Madrigal . Paradojas de la vida escucho mientras escribo, en versión de Randy Crawford, One Day I'll Fly Away. El salto al vacío sin red, cuando nacemos, es tan brutal que no puedo describir la emoción tan grande que siento al observar cada trazo de rotulador entre las manos de esta preciosa niña.
Con y sin pelo, muestra una belleza interior capaz de superar los absurdos estereotipos de esta sociedad que se salva de involucionar a una velocidad vertiginosa gracias a la existencia de seres humanos tan espléndidos como esta preciosa nena que encandila al espejo regalando un cachito de ternura infinita.
Ella ha sido capaz de volar mucho más lejos de lo que nosotros podemos imaginar. Nunca antes ví plasmar una obra de arte de forma tan nítida, precisa y, por encima de todo, tan breve y brillante. No cambio esta foto ni por todo el té de la China, ni por los artículos geek de todo el planeta Tierra. ¿Sabéis porqué? La respuesta es fácil. Simplemente porque esa foto atrapa con toda su intensidad la luz del alma.