9 d'Octubre: Entre Jaume I, la "mocaorà" y Sant Dionís


Las mujeres valencianas cuando Jaume I entró a la ciudad en 1238 le regalaron frutas envueltas en pañuelos. La fiesta se mantuvo en el tiempo y fue en el siglo XV cuando se incorporaron a la celebración piulets y tronaors, artículos de pirotecnia. Sin embargo, durante la Guerra de Sucesión el rey Felipe V abolió els Furs y prohibió el festejo.

En Valencia ya no se podía disparar pólvora ese día. Por esta razón, el gremio de pasteleros decidió hacer unos dulces de mazapán con formas de fruta acompañados de piulets y de tronadors. La celebración en aquellos tiempos era clandestina porque, a pesar de la prohibición, los valencianos seguían celebrando el día en que Jaume I conquistó Valencia y otorgó els Furs a la ciudad. 

Los elementos pirotécnicos, por su forma fálica o redonda recordaban los órganos sexuales masculinos y femeninos. Son los llamados piuleta i tronador, nomenclatura que también tiene una connotación sexual muy presente. Piula o piuleta petardo pequeño es, también, una forma vulgar de nombrar al pene en valenciano, sobre todo si es pequeño; el tronador, es un petardo más grande muy ruidoso, trueno en lenguaje pirotécnico y también tiene forma fálica.

Junto con la piuleta y el tronador también se fabricaban pequeñas frutas y hortalizas, que según la creencia popular hacían referencia tanto a la fertilidad de la Huerta de Valencia, como a las hortalizas que los moros regalaron a la reina Doña Violant  d'Hongría, esposa de Jaume I.

Ya desde los comienzos, los dulces iban envueltos en un pañuelo y todo junto, dulces y pañuelo, constituía el regalo para la mujer amada. Poco a poco, el pañuelo dio nombre a la festividad. Por esta tradición, muchos valencianos consideran el 9 de octubre como el día de los enamorados. También es habitual que las mujeres conserven todos los pañuelos que su pareja les regala año tras año desde que comenzaran a salir porque son una prueba de amor y, como tal, son conservados.


El primer manuscrito de la "mocaorà" 


El investigador valenciano, Luis Ramírez  mientras estudiaba los manuscritos que conserva la Colección Espínola, descubrió el primer manuscrito que hace referencia a la "mocaorà". Este documento relata esta tradición y demuestra que había familias que celebraban el día. Se trataba de familias que tenían cierto nivel económico y podían permitirse comprar los clásicos dulces que no estaban al alcance de todos los bolsillos.

De hecho, la conocida tradición surgió unos pocos años antes de la fecha del manuscrito, en 1738, cuando se prohibió disparar pólvora en el quinto centenario del 9 de octubre y los pasteleros decidieron, con gran picardía, hacer para la celebración estos dulces que recordaban a los objetos prohibidos. El resto de formas y figuras elaboradas con mazapán, no son más que una derivación de aquellos primeros dulces.​

En el manuscrito, que hace referencia a un lunes 9 de octubre de 1747, se puede leer cómo un ciudadano valenciano llamado Ignacio Gilabert relata que una familia compra en una de las reposterías de la ciudad, 'Casa Almella Cerezo', «más de 8 libras de turrones tanto de azúcar como de canela», así como otro tipo de dulces, que le costó a la familia que hizo la compra «una libra valenciana y 5 sueldos»,​ un gasto importante que no solo quedó restringido a las familias acomodadas del siglo XVIII, sino que se fue extendiendo a las demás capas sociales. 

Sant Dionís y los valencianos

Lo único que vincula a Sant Dionís con los valencianos es el santoral. De hecho, según el santoral católico el 9 de Octubre es ese santo. Así, sin más. A Sant Dionís también se le conoce como el 'apóstol de las Galias', el Santo Sin Cabeza o simplemente San Denis. Destaca porque fue el primer obispo de París.


Imagen: Mocaorà. Creative Commons