¿Te acuerdas cómo era la vida antes de que Trump llegara a la Casa Blanca? Si te pasa como a mí, parece que no es posible salir de esta áspera diáspora. Es como si el asalto a la antes, consagrada democracia made in EE.UU, se hubiera perpetuado en el tiempo con carácter retroactivo. A estas alturas, pensar que Trump sigue una estrategia de comunicación política no es plausible. Sencillamente, reproduce un patrón de comportamiento que hasta hoy ha funcionado. Por tanto, no es baladí plantearse si el presidente americano vende o comunica.
Nadie ha escapado en este tiempo a la sorpresa diaria, ni al impacto de lo que el inquilino de la Casa Blanca dice. ¿A qué nos enfrentamos cada día? Incertidumbre, miedo, sorpresa, estupor y un largo etcétera de calificativos que no contribuyen a la paz y la serenidad. En este sentido, el mensaje de Trump se emite bajo la premisa de incomodar, sorprender, amedrentar o amenazar con el objetivo de perpetuarse en el rol de amo del mundo. Y, naturalmente, esto sucede en un marco, casi siempre, esperpéntico, en las formas y en el lenguaje. Así, además de vender o comunicar, convierte su mensaje en puro espectáculo.
Esta premisa puede servir para entender o, más bien, digerir la marabunta informativa con la que nos atosiga la administración Trump. En general, se percibe como una especie de caos organizado que adquiere tintes surrealistas con carácter permanente. El meme que ilustra este texto es pura poesía. Mientras el mundo entero intenta asimilar el 'Día de la Liberación' de Trump, se cuelan en el escenario los aranceles que la administración americana ha impuesto a las islas de la Antártida habitadas por pingüinos. Este es otro rasgo recurrente en el mensaje del líder republicano.
Colapso informativo
No sorprende la excentricidad, ni los errores de bulto, ni las trolas que usa para justificar argumentos insostenibles. Sin embargo, el nivel de paroxismo es tan brutal que, por ahora, lo único que no ha agotado es nuestra capacidad de sorpresa. Este es otro elemento clave en la forma de comunicar o vender de este líder que está dispuesto a desangrar la economía mundial y, según los expertos, con toda seguridad, con un importante efecto negativo en la suya. Las caídas de las mayores empresas de su país como Apple, Microsoft o Amazon evocan lo que se les viene encima. Por no mencionar el desastre en las bolsas mundiales.
La política de comunicación de Trump también se sostiene en el colapso informativo que desbarata la capacidad de asimilar información con un impacto en las emociones sustancial. Así, es complicado tragar con temas de economía y seguridad que pueden tener un impacto decisivo en la vida de las personas, porque hoy todo el mundo es consciente de que tarde o temprano las réplicas del terremoto Trump nos van a sacudir en algún momento. Por ello, su comunicación se sostiene en la venta de mensajes. En esta línea, sostengo que comunica para vender su mensaje. No obstante, igual que los memes trasciende porque es ridículo y esperpéntico.